Se trata de creaciones que responden a la condición de joyería por su dimensión objetual, estética y material (oro de 24K) ; están elaboradas con el conocimiento propio del oficio en el que se dan cita la tradición, la técnica, el gesto y la emoción del hacer, pero vulnerando los códigos de la funcionalidad, durabilidad y visibilidad con la intencionalidad de provocar extrañeza. Un instante de desconcierto en el que reflexionar sobre la dicotomía entre precio y valor.
Charo Mora. Periodista.